HINCHA TURISTA A CARNE PROPIA
La Liga peruana se encontraba en el tramo final. Yo, a mi corta edad, he pisado el Nacional y el St James Park del Newcastle, pero nunca el Monumental ni el Alejandro Villanueva. Misma semana, dos partidos. Empecé con el estadio de Ate, estadio de la U. Dos entradas a 12 soles; el trayecto es largo, el regreso se hace eterno. Pero no es de la experiencia crema que quiero contarles esta noche, mientras espero que el sueño termine conmigo. No soy hincha, ni de la U ni de Alianza. Por ello, siendo completamente objetivo, me introduje en “La Trinchera Norte” y en el “Comando Sur”. Hoy, luego de haber vivido la experiencia a la que muchos temen, les relataré como es ser un “Hincha Turista” en el infierno, es decir, en el medio de las dos barras más grandes del Perú. La entrada al partido de Alianza Lima vs Binacional costó un poco menos de 24 soles; cuatro veces más que una para ver a Universitario. Quería estar ahí, desde mucho tiempo antes. Diferentes motivos hicieron que llegara con una hora de anticipación. Fui en mi motocicleta. 20 soles, 15 soles, gritaban los “Que te cuidan la moto”, pero en esos nunca hay que confiar. Te cobran por adelantado y luego se desaparecen. Manejé dando vueltas por un par de minutos hasta que a la espalda del famoso restaurante “Mi Barrunto”, dimensioné un espacio donde había varias motos estacionadas. Me acerqué y el cuidador me dijo “Cinco Luquitas hermano”. Mientras me bajaba y ponía candado a la llanta, le hablé de un video del cantante Daddy Yankee que había estado ahí el día anterior. El que me cuidaría el vehículo orgulloso de si mismo, me mostró un video donde el mismo “Chalequeaba” al cantante. Un día cuidas a una estrella mundial y al otro una moto de un ser desconocido. Las vueltas que da la vida. En fin. Los tapetes que vendían camisetas afuera del estadio, se veían atractivos. ¿Cuánto la morada papi? Le pregunté. 30 para ti me dijo. La compré en 24 soles luego de lo que considero fue un buen regateo. Tenía hambre, mucha en realidad. Estoy en La Victoria, sinónimo de la buena comida. Quería anticuchos, pero no de cualquiera. Esos de las “tías veneno” con su mandil rojo con puntos blancos que te preguntan: ¡Sobrino! ¿Con Choncholí o sin Choncholí? Espero que se entienda mi referencia. No encontré. Comí un jugoso broaster con su aeropuerto. En los 13 minutos que estuve ahí, la señora vendió 14 platos a ocho soles cada uno. No pude evitar pensar en ¿Cuánto de cupo tendrá que pagar? En fin, me quedé con ganas del potaje callejero. Al hacer la cola para entrar, un caos; pero un caos que te hace sentir bien. La gente corriendo, los que se quieren colar. Desde la cola ya cantaban todos, se siente la buena vibra, el mismo objetivo. Entré, pero en mi mochila tenía un perfume que no entró. Lo tuve que meter debajo del gras sintético de una cancha aledaña y salir volando del partido con la esperanza de encontrarlo ahí. Dentro de “Matute” vendían anticuchos. Nunca se me pasó por la cabeza. No pregunté el precio porque seguramente me iba a arrepentir de no haber esperado. Ya dentro, en las gradas, por más que haga frío, no se siente. En Ate sentí frío, en Matute no. Cuando empieza el partido, los reciben con globos, con humo Blanquimorado, con fuegos artificiales. Es un recibimiento lindo. Los 90 minutos, se canta, los 90 minutos, de pie. Yo no canté, en ningún trayecto del partido. Me sé los cánticos, sí, pero no lo hice. Me gané un par de insultos, sí. Pero es el precio de ser un Hincha Turista. Las personas en el gol, son felices. El grito sagrado, la ilusión, la fe. Los abrazos. Me abrazaron y lo devolví. Salió humo, un par de lentes volando que fueron devueltos luego y hasta un niño. Sí, un padre tiraba a su hijo de dos años por los cielos mientras que celebraba. El niño la pasaba bien, no corrió peligro. El verdadero peligro es el de no disfrutar el espectáculo. Al medio tiempo, hay un show y luego en las pantallas un Kiss Cam que es una cámara que hace que parejas se besen. Luego la Dance Cam, para que bailen y por último “Los igualitos” donde comparan a los hinchas con diversos famosos o artistas. Compré habas, del “Habero” así le digo yo, obviamente no se llama así. Un sol las dulces y un sol las saladas. El segundo tiempo se vivió con más intensidad. Más nerviosismo, ergo, los hinchas cantaban más fuerte, saltaban más fuerte. Menos yo, un bicho raro, un turista. En el segundo gol, penal de Hernán Barcos, el Alejandro Villanueva se cayó. Mucha alegría. Di la vuelta para ver las caras. Todos sonreían, muy unidos. Me sentí en casa. Me tope con un padre y un hijo abrazados casi hasta las lágrimas. La Magia del fútbol señores. El partido acabó, salí muy rápido y tuve que meterme entre un par de rejas para llegar al perfume que sí estaba ahí. Las personas son honestas. Nadie lo tomó y no es que haya sido un super escondite. Al salir, la gente de fuera celebraba, con cerveza en mano. Comiendo rico y muy felices. Caminé y compré un morral a cinco soles para mi abuela. La hice feliz. Al llegar a mi moto el que prometió cuidarla, estuvo ahí. Le pagué los cinco soles y me fui. Tocando el claxon por el Estadio mientras que todos festejaban. La Victoria fue feliz esa noche; el Hincha Turista fui feliz esa noche…
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